REAL HERMANDAD Y COFRADIA DE NAZARENOS DE NUESTRO PADRE JESUS DEL GRAN PODER Y MARIA SANTISIMA DE LA ESTRELLA -ELCHE-

domingo, 16 de diciembre de 2012

ENTREGA DE UNA RELIQUIA DEL BEATO PEDRO DE BENISSA A LA HERMANDAD

El próximo sábado día 22 de Diciembre a las 20,00 horas en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Elche, (Sede Canónica de la Hermandad y Cofradia de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Estrella) se celebrará una Mísa en Acxción de Gracias al Beato y Mártir Pedro de Benissa, en el transcurso de la misma se le donará a la Hermandad por parte de un particular de una Reliquia del Beato, para su Culto y Veneración. Al ser un acto oficial de la Hermandad, por favor se ruega que vayais con la Medalla de la Hermandad, esperamos vuestra asistencia. Pedro de Benisa (1877-1936) La predicación elocuente y popular de la Palabra de Dios, la catequesis y la entrega al ministerio sacerdotal en todas sus facetas fueron las caracterÍsticas que distinguieron al Beato Pedro de Benisa. Nació en dicho pueblo, provincia de Alicante y diócesis de Valencia, el 13 de diciembre de 1877. Sus padres se llamaron don Francisco Mas y doña Vicenta Ginestar. Fue bautizado al dÍa siguiente de su nacimiento, con el nombre de Alejandro. Era el menor de cuatro hermanos. Vistió el hábito capuchino en el convento de Santa MarÍa Magdalena de Masamagrell el 1 de agosto de 1893, emitiendo su profesión simple el 4 de agosto del año siguiente, y la solemne el 8 de agosto de 1897, en Orihuela. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de diciembre de 1900, y celebró su primera misa solemne en el convento de OllerÍa. Pasó la mayor parte de su vida en el convento de santa MarÍa Magdalena, de Masamagrell. La vida del padre Pedro transcurrió dentro de los cauces marcados por el ritmo de la vida conventual. Hombre afable, se dedicó a la catequesis de los niños y atención a los seminaristas, asÍ como a la predicación y atención al confesonario. Fomentaba entre los jóvenes la vida cristiana y la frecuencia de los sacramentos, inculcándoles también la obediencia y el respeto para con los padres y superiores. Se le recuerda como hombre pacÍfico, alegre, veraz, callado, obediente, humilde y observante de las leyes de la Orden. De corazón generoso, hacÍa los favores que estaban a su alcance. Era muy querido en el pueblo de Masamagrell. Ya antes de 1936 sufrió algunas vejaciones por ser religioso, que soportó con paciencia. Al ser disuelta la comunidad de la Magdalena, el padre Pedro fue acogido sucesivamente por dos familias de Masamagrell. Dándose cuenta del peligro que corrÍan él y quienes le habÍan acogido, les exhortaba a que rezaran mucho y a que estuvieran preparados, entregándose en las manos de Dios. Les decÍa que no lloraran, pues cuando Dios lo permitÍa era porque les convenÍa. Durante este tiempo oraba intensamente, a veces arrodillado en el suelo. Al despedirse de una joven, bendiciéndola le dijo: «Si no nos vemos más en la tierra, hasta que tú vengas al cielo». Varias veces fue su cuñado a recogerlo para llevarlo con él a Vergel, a lo cual accedió finalmente para no comprometer a la familia que le habÍa acogido. Al trascender su presencia en el pueblo, fue llamado al comité local para prestar declaración, dejándolo al dÍa siguiente en libertad. De nuevo en casa de su hermana, se preparó al martirio. A su hermana le repetÍa en aquellos dÍas: «Si vienen por mÍ, ya estoy a punto». En el bolsillo llevaba lo que se llamaba el «testamento», en el que manifestaba ser católico, apostólico y romano, que deseaba vivir y morir como tal, y ser enterrado en cementerio católico y con hábito de fraile menor. A los pocos dÍas, hacia la medianoche del 26 de agosto de 1936, unos milicianos se presentaron en casa de su hermana preguntando por él, y se entregó sin ofrecer resistencia. Con gran serenidad, antes de ser sacrificado dijo a sus verdugos: «Esperaros un poco, quiero abrazaros y daros un beso. Os perdono a todos; no sabéis el bien que me vais a hacer». De madrugada, después de sufrir burlas y tortura, catorce balas segaron su vida en La Alberca, entre Vergel y Denia. Sus restos reposan en el convento de Santa MarÍa Magdalena de Masamagrell.

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